Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1889-1890 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 13 de marzo de 1890
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Romero Robledo
Número y páginas del Diario de Sesiones: 114, 3445-3447
Tema: Presupuestos generales del Estado para 1890-91

Señores Diputados, estoy en el uso de la palabra (El Sr. Romero Robledo: Dejad que acabe el que está hablando. -Fuertes rumores), y ningún incidente puede interrumpir mi discurso. (El Sr. Romero [3445] Robledo: Como que no cabe incidente ninguno. -Fuertes rumores, protestas).

¿Pero es posible, Sres. Diputados, que una cuestión de esta naturaleza pueda excitar los ánimos hasta el punto de que se pretenda faltar a las prescripciones reglamentarias por ningún Sr. Diputado? ¿Qué motivo hay para esto? Se trata de examinar hechos; hechos que, en último resultado, realizados por quienes se quiera, son hechos que honran, porque si unos y otros hayan trabajado cerca del Gobierno para mantener las Audiencias o para suprimirlas, los unos y los otros lo han hecho en bien de los pueblos que representan, en bien de sus distritos y de la Nación. ¿Qué motivos hay para que, cualquiera que sea la causa, se enconen los ánimos y lleguen los señores Diputados, no a tratar estas cuestiones como representantes del país, sino como enemigos encarnizados, cuando todos tienen el mismo interés por los pueblos y por la Nación española? (EI Sr. Martos: Están mal enseñados: ¿qué le hemos de hacer?).

Está bien; yo creía que todos responderían a mis palabras de otra manera, y algunos no han respondido así; lo siento; pero bueno es que todos olvidemos cosas pasadas, si hemos de marchar de acuerdo, como debemos marchar, porque así lo exigen los intereses del país; y ya que yo pido el olvido de cosas pasadas, también he de olvidar ciertas frases que no cuadran bien después de las excitaciones patrióticas que acababa de dirigir al Congreso. (EI Sr. Martos: Yo las olvido, Sr. Presidente, pero... -Rumores. -El Sr. Martos: ¿Qué es eso? -El Sr. Villanueva: ¡Vaya una manera de insultar sin necesidad! -El Sr. Cánovas del Castillo: Se prepara una segunda edición). Sea de esto lo que quiera, en atención a las exhortaciones que de todos lados de la Cámara se me dirigieron y se dirigieron al Gobierno, éste creyó que no debía ser inflexible en esta cuestión, y que ya que no accedía a la petición de muchos Sres. Diputados de todos los lados de la Cámara, por lo menos no podía hacer cuestión de partido lo que esos individuos de todos los matices políticos no hacían tampoco cuestión de partido; y habiéndose dicho por ellos que esta economía la rechazaba la Cámara, entonces les contesté yo una cosa que ha extrañado al Sr. Cánovas del Castillo: pues como yo no quiero gobernar contra las Cortes, yo dejaré que las Cortes resuelvan la cuestión. ¿Qué mal puede haber en esto? ¿Es que cree S.S. que el dejar la cuestión a las Cortes es entregarla a completo abandono? ¿Qué idea tiene S.S. de las Cortes? (El Sr. Canovas del Castillo: La que tienen los ingleses). De manera que, dejar una cuestión a la resolución de las Cortes, es dejarla completamente en abandono.

Ya sabéis el juicio y la opinión que tiene el señor Cánovas del Castillo de las Cortes. (El Sr. Cánovas del Castillo: La que tienen todos los ingleses de su Parlamento). Precisamente la contraria; porque allí se hacen cuestiones de Gabinete las que se hacen cuestiones de Gabinete aquí; cuando las cuestiones de Gabinete son verdaderamente cuestiones de partido; cuando las oposiciones se presentan en columna cerrada para batir al Gobierno y a la situación, destruyendo una ley, destruyendo un acuerdo que las mayorías hayan podido tomar, entonces a la actitud de las oposiciones se contesta de la propia suerte por las mayorías ; pero en cuestiones que afectan lo mismo a las mayorías que a las minorías; en cuestiones que interesan lo mismo a unos que a otros Diputados y a unos que a otros partidos, de esas no se hace jamás cuestiones de Gabinete. Cuando esas cuestiones afectan, como ésta, lo mismo a unos que a otros partidos, cualesquiera que sean sus opiniones políticas, lo mismo a unos que a otros Diputados, cualquiera que sea la fracción en que militen, no se pueden hacer cuestiones de Gabinete; porque, aquí diría el Sr. Cánovas del Castillo si haciendo el Gobierno de esta una cuestión de Gabinete, algunos de sus amigos votaran al lado del Gobierno y otros votaran en contra? (El Sr. Canovas del Castillo: No diría nada). Eso sería una verdadera indisciplina de aquellos que se separaran de lo que el partido acordara.

En este sentido dije yo que no quería gobernar contra las Cortes; pero después de todo, señores, ¿es que todas las cuestiones se han de resolver con la presión de los Gobiernos sobre las Cortes? ¿Es que si el Gobierno no echa el peso de su influencia sobre la resolución de los Sres. Diputados, todas las cuestiones se van a, resolver mal? ¿Qué es lo que S.S. cree, al decir que cuestión que deja libre el Gobierno es cuestión abandonada, como si las Cortes fuesen incapaces de resolver cosa alguna como convenga a los intereses públicos?

Sea de esto lo que quiera, Sres. Diputados, yo siento que los ánimos no están, por lo visto, en disposición conveniente para tratar ciertas cuestiones políticas y otras que afectan más que ésta, aunque sea mucho lo que represente, sobre todo por razón del interés de los pueblos y del país en general, a la organización de los partidos; que de no ser así, yo contestaría a ciertos recuerdos que ha hecho S.S., y que no me parecen de oportunidad en este momento; pero no lo tome S.S. a desaire; no los contesto porque habríamos de hacer una cuenta larga de lo que ha realizado el partido conservador y de lo que ha hecho el partido liberal; de lo que hubiera hecho el partido liberal en las circunstancias en que se encontró el partido conservador, y de lo que habría hecho el partido conservador en las circunstancias en que se ha encontrado el partido liberal.

Yo aprovecharé, Sres. Diputados, la primera coyuntura que se me presente en algún debate político, para hacer esta comparación y para contestar a los recuerdos que S.S. ha hecho, que, después de todo, más honran la previsión del partido liberal que otra cosa; porque los sucesos, no sólo hay que medirlos por su importancia y por su origen, sino por las circunstancias en que se han desarrollado y por las consecuencias que pueden traer. Yo le probaría al Sr. Cánovas del Castillo, tan claro como la luz que nos alumbra, que si esos sucesos se hubieran desarrollado, que si se hubieran desenvuelto de seguro en mayor escala bajo el mando del partido conservador, otras habrían sido las consecuencias para el país, y no estaríamos como estamos. (El Sr. Cánovas del Castillo: Imposible). Pero me he propuesto ya, en vista del valor que se nota en la Cámara, no tocar ciertas cuestiones. (El Sr. Cánovas del Castillo: Es S.S. quien me provoca). Tampoco me importa mucho tocarlas; porque al fin y al cabo, el país, que ve lo que pasa y que presume lo que hubiera pasado, sabe bien a qué atenerse. [3446]

Yo que deseo que esto termine pronto y que termine en paz, pido a todos mis amigos que prescindan de alguna palabra, de alguna frase, de alguna idea que le haya parecido mal, que dicha ha sido, de seguro, sin intención, arrancada al calor del ánimo apasionado por la solución misma que estamos buscando, por el asunto que nos ocupa, y que apasiona lo mismo a los que han oído que a los que han pronunciado frases que han podido lastimar a alguno; yo pido a todos que tengan calma; yo pido a todos que prescindan de lo que aquí ha pasado; cada cual tiene formado su juicio respecto del punto que se está discutiendo, y sin más debate y sin más consecuencias de ninguna especie, procedamos a la votación, que para votar no hay necesidad de discutir más; cada cual tiene hecha ya su composición de lugar.

Por lo demás, yo tengo que decir aquí una cosa que me atañe personalmente. Se ha hablado muchas veces de mi hijo. Yo aquí no reconozco ni hijos ni parientes; yo aquí no veo más que Diputados que tienen los mismos derechos y los mismos deberes sin distinción alguna; y en último resultado, la persona a quien se alude, cualquiera que sea el grado de cariño que yo tenga hacia ella, que naturalmente ha de ser el mayor posible, no es para mí en este sitio ni más ni menos que un Diputado de la Nación. Él, como otros Sres. Diputados de la mayoría, me ha preguntado qué debía hacer, y yo le he dicho lo que les he dicho a todos: que el Gobierno tiene el compromiso de sostener las economías; pero que los Diputados de la Nación tienen de parte del Gobierno la libertad de hacer lo que tengan por conveniente. Ese Sr. Diputado hará en su conciencia lo que estime mejor, y cualquiera que sea, su voto, me parecerá bien, como me parecerá bien cualquiera que sea el voto que den todos los demás Sres. Diputados de la mayoría. [3447]



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